Las mujeres de la UNLPam contaron con un espacio de encuentro para conversar sobre las barreras invisibles que aún dificultan el camino del desarrollo profesional y las complejidades que encierra compatibilizar las tareas del cuidado con el plano laboral.

La cita tuvo lugar los lunes y viernes de marzo a través del Instagram de la Universidad, conversaciones que reunieron las voces de docentes, no docente y estudiantes de las distintas unidades académicas. En cada encuentro fueron surgiendo los obstáculos que enfrentan las mujeres en la vida cotidiana resumidos en el concepto “techo de cristal”.

Compartir y testimoniar las experiencias personales permite que a través de ellas se reconozcan otras mujeres. En ese sentido la vicerrectora, Verónica Moreno, quien participó de la actividad de cierre, en diálogo con Ana Lía Ronchi, docente jubilada de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, expresó el sentido de la propuesta: “Pensarnos como mujeres dentro de la institución y poner en valor las tareas compartidas”. Repasó además momentos de su trayectoria docente. “El día no terminaba nunca, había una extensión de la docencia al ámbito doméstico, nunca el tiempo nos pertenecía”.

SEGUNDO TURNO

El tema de los cuidados fue un punto en común que atravesó todos los testimonios. A pesar de los derechos conquistados y la presencia protagónica de los movimientos de mujeres en las calles, todavía existen dificultades para compatibilizar vida familiar, laboral y de formación. En este sentido Silvana Casadei, personal docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, sintetizó: “Soy madre de un adulto mayor”.

Por su parte Ariadna Gómez, docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas, expresó: “Hacer una maestría o doctorado depende más de la logística familiar que del deseo” y agregó que la edad de los hijos actúa como una limitante para concretar la posibilidad de estudiar, trabajar y formarse.

Las especialistas denominan a este tiempo de cuidado familiar como “segundo turno” y a la maternidad como una de las causas de interrupción en las trayectorias educativas, excepto que puedan contar con soportes familiares o institucionales que acompañen y den soporte.

Es el caso de Agustina Ávila, estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas, quien fue mamá cursando la carrera de abogacía. “Cuando Milo nació, él empezó a compartir su sueño conmigo”. Las dificultades para compatibilizar la maternidad y estudio fueron compensadas por docentes de la institución que acompañaron y facilitaron la continuidad de la carrera.

En cuanto a las experiencias de formación, Sonia Alzamora, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Humanas, contó que por su experiencia y la de colegas, cuando se decide realizar un posgrado “hay renunciamientos, y en el caso de la mujer se viven con mayores culpas, subjetivamente estamos formadas para sentir mayores culpas; lo hacemos, pero con mucho dolor”.

Guillermina Bilbao, docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias, rescató lo que se vislumbra como un horizonte de cambio: “Veo hombres comprometidos con la lucha de las mujeres. La sociedad se encamina hacia roles compartidos, por eso es una necesidad avanzar en el reconocimiento de licencias para los hombres”.
La inquietud que surge en cuanto a los cuidados es: ¿Necesitamos políticas que ayuden a paliar los efectos de las responsabilidades familiares de las mujeres? ¿Por qué es fundamental abordarlos desde una perspectiva de género? ¿Cómo se traduce en políticas públicas?

En América Latina las mujeres, de acuerdo a datos de CONICET, dedican entre 4 y 7 horas diarias a las tareas de cuidado y la pandemia colocó al tema en el centro de la atención.

INEQUIDADES

En el plano laboral los estereotipos construyen explicaciones y naturalizan diferencias y jerarquías. Por ejemplo, a la hora de asociar las actividades directivas con cualidades masculinas.

Así lo cuenta Macarena Bertola, docente de la Facultad de Ingeniería e integrante del área de Infraestructura y Obras Municipales de la Municipalidad de General Pico: “Hay muchas mujeres que dejan la carrera de Ingeniería. En el plano laboral debemos esforzarnos y demostrar mucho más que el varón para llegar al mismo puesto. Recibimos comentarios como: Las mujeres y los presupuestos no se llevan; las mujeres no saben manejar; la planificación y las mujeres no se llevan”.

En las universidades las mujeres constituyen el 60% del grupo de estudiantes y docentes, sin embargo solo el 12% ocupa el cargo de rectoras. Graciela Roston, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, trajo a la conversación números sobre la docencia: “En la UNLPam los profesores titulares varones duplican a las mujeres”.

TRANSICIÓN

Hay jóvenes que militan, que han ganado las calles y con ellas la marea que acompañan mujeres de todas las generaciones que ya transitaron la arena de la lucha por la conquista de derechos. Es el caso de Ingrid Barragán, estudiante de la Facultad de Ciencias Veterinarias, quien además forma parte de “Empoderate Vet”, una organización estudiantil independiente conformada por estudiantes de la carrera de Veterinaria para militar por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
“El camino de la deconstrucción es largo, constante. Todavía estamos en un piso de desigualdad. Cuesta todavía romper algunas estructuras, ciertos roles, algunos procesos cuestan más –sostuvo-. Nosotras venimos con cuestiones más naturalizadas como la libertad para hablar y hacer”.

La deconstrucción como movimiento implica interrogar lo que se da por sentado para abandonar los estereotipos de lo que entendemos como femenino y masculino. Es reconocer que existe una desigualdad entre los géneros que no es natural. Y en ese camino de transformación, tal como lo expreso la vicerrectora en el cierre del ciclo, “Nos estamos moviendo”.

Nota: Las conversaciones del ciclo están alojadas en el IGTV de @universidadadnacionaldelapampa

Cecilia Mana, periodista, Centro de Producción Audiovisual, UNLPam

Imagen: "Mujeres del mundo", Cecilia Ornague (fragmento)