El 19 de agosto se cumplen 100 años del natalicio del destacado pedagogo pampeano Juan Ricardo Nervi. En ese sentido la Universidad Nacional de La Pampa inicia una serie de publicaciones referidas al MAESTRO.

El objetivo es recuperar su experiencia de vida para acercar al lector al conocimiento de su persona; y descubrir o redescubrir la obra pedagógica a través de las voces de aquellas personas en quienes dejó huellas, alumnos y colegas que compartieron con Nervi distintas experiencias.

Juan Ricardo, maestro, escritor, periodista, pedagogo y artista plástico, una figura intelectual de gran reconocimiento quien a cien años de su nacimiento sigue vigente con toda la potencialidad de su obra.

Damos inicio con la palabra de Ariel, su hijo.

LA LOCURA DEL SEMBRADOR…

Suele decirse que todo sembrador conforma una raza aparte… solitario y abstraído del corto plazo y de las cosas cotidianas… se preocupa por su siembra y los problemas futuros que le puedan afectar. Se concentra obsesivamente en la calidad de la simiente y del suelo… otea diariamente el horizonte en busca de nubes que puedan traer aquella lluvia que precisa o la tormenta de granizo que pueda arruinarlo. Debe reponerse una y otra vez luego de sequías y cosechas fracasadas, sin olvidarse de guardar semilla las veces que logre una buena cosecha. Su mirada es distinta… sus tiempos son distintos… su lenguaje es distinto. Su entorno se resigna y se adapta a sus silencios… a una suerte de locura no manifiesta que lo diferencia del resto de los mortales.

Juan Ricardo ha sido un SEMBRADOR en mayúscula… su locura fue ese humanismo y esa inclaudicable pasión por el conocimiento que compartió a manos abiertas sin condicionamientos desde su incansable magisterio por más de cinco décadas, iniciado en sus jóvenes 22 años -disimulados detrás de una larga barba- como maestro normal rural en la selva misionera y concluído como profesor emérito universitario en su tierra natal.

Este sembrador resultó ser un pedagogo de fuste, único e irrepetible, a partir de un crisol de curtidos inmigrantes y forjado sucesivamente a lo largo de tres exilios forzados: en otra provincia, en la capital y en otro país. Basó su docencia en su firme convicción sarmientina por la educación popular como factor de progreso, y mientras practicó su didáctica difundió entre colegas y alumnos de todos los niveles la esencia del respeto por el próximo y por el diferente. Es oportuno destacar que desde muy joven se interesó en la épica de los pueblos originarios, interés expresamente manifiesto en poemas ilustrados y cuentos de su juventud… como así también en su tesis de grado referida a la educación y la vida en el ámbito araucano-pampa-ranquel.

Este sembrador de largo aliento alcanzó a pasar -entre exilio y exilio- por su provincia para crear y dirigir un ámbito institucional de cultura con énfasis en la promoción de jóvenes escritores, y ya a su regreso definitivo en su tierra natal procedió con mucha alegría y entusiasmo a la génesis de un posgrado de pedagogía universitaria aplicando su experiencia en la creación de una universidad pedagógica durante su último exilio. Mientras tanto, se las ingenió en sus tiempos libres para descargar en la pintura, en poemas, canciones, cuentos, libros y artículos su visión y entrañable vocación por ese “viejo mar” con cielos abiertos y calandrias azules.

Siempre sembrando y sembrando a manos abiertas… desesperadamente y sin parar… hasta que su corazón y su mente no tuvieron más remedio que intervenir para decirle: “Basta Ricardo… Todo está bien… Misión cumplida… Descansa ahora en paz junto a Inés…”.

Ariel Ricardo Nervi