Los sistemas de producción de cría caprina del Oeste de la provincia de La Pampa son de características netamente extensivas.
Esto implica una muy baja intervención antrópica en el manejo del sistema, con uso esporádico de herramientas externas, como la suplementación estratégica, el abrigo, etc. Estos sistemas productivos se ubican en el área fitogeográficamente denominada Monte Xerófilo, y dentro de éste pertenecen a los tipos fisonómicos de vegetación conocidos como arbustal y matorral halófilo, vulgarmente llamados jarillales los primeros y zampales los segundos.
El régimen hídrico de la región es árido, con un marcado balance negativo, déficit que no habilita el uso agrícola de la tierra y solo permite una producción ganadera adaptada a condiciones adversas. La composición florística de los sistemas mencionados, con notable escasez de gramíneas de aceptable valor nutritivo y predominancia de especies de arbustos y matas considerados de bajo a nulo valor forrajero, hace que resulte casi inexplicable pensar en la viabilidad de la producción caprina de cría sin la intervención externa.
Sin embargo, en la práctica, estos sistemas resultan en producciones económicamente aceptables, y raramente apelan al uso de suplementos nutricionales externos, como los alimentos balanceados o los granos, ya que solo lo hacen esporádicamente.
ADAPTACIÓN
Las cabras que viven en ambientes adversos representan el máximo ejemplo de la capacidad adaptativa de rumiantes domésticos de producción.
Esta especie posee características propias, diferentes a las de otros rumiantes, que le permiten sobrellevar con notable éxito las condiciones adversas de determinados ecosistemas extremos. Esta adaptación incluye: una baja masa corporal y bajos requerimientos metabólicos que determinan bajos requerimientos tanto energéticos de mantenimiento como de agua; una particular capacidad para reducir temporalmente el metabolismo, que les permite sobrevivir aún luego de prolongados períodos de severas limitaciones en la oferta de alimento y de agua; una notable habilidad de selección de dieta que les permite elegir las partes más nutritivas de las plantas, dentro de un conjunto compuesto por elementos leñosos, altamente lignificados; y un eficiente sistema digestivo que les permite alcanzar un máximo consumo de alimento y una máxima utilización del mismo en estas condiciones ambientales.
En estudios realizados en los departamentos de Chicalcó y Limay Mahuida, en los que los censos de vegetación indicaban importante presencia de especies leñosas, arbustivas, altamente lignificadas, resultó sorprendente constatar que las cabras llevaran adelante con éxito la gestación y cría de cabritos cuando la oferta natural de alimento se reducía exclusivamente a especies que aparentaban tener muy bajo valor forrajero.
Sin embargo, cuando se observó y luego imitó el comportamiento selectivo de las cabras para formar su dieta, se encontró que las muestras analizadas de brotes y hojas tiernas de las especies consumidas, como Cyclolepis genistoides, Salicornia ambigua, Suaeda divaricata, Lycium gilliesianum, Atriplex undulata, Prosopidastrum angusticarpum, Heterostachys ritteriana, contenían una cantidad de Energía Metabolizable y/o de Proteína Bruta, similar o aún mayor, en algunos casos, al de las mejores forrajeras cultivadas (verdeos de invierno y/o alfalfas) utilizadas en los sistemas más intensivos de producción.
Estos estudios explican en gran parte la exitosa respuesta productiva de los hatos en el Oeste pampeano y la razón por la cual esta especie constituye la mejor y prácticamente única alternativa posible como fuente de ingreso para las familias oesteñas.
Celia Rabotnikof.
Profesora Asociada Nutrición Animal y Sistemas de Producción de Animales Rumiantes. Facultad de Agronomía