En esta nota trataré de resumir cuantitativamente cómo cierra la economía 2020 y qué nos puede deparar el escenario pos-pandemia 2021.
La economía argentina caería en 2020 entre un 10-14 %, suponiendo que la cuarentena se extienda hasta fin de año. La destrucción de empleo también resulta preocupante, con una tasa de desocupación que ya se elevó del 10 al 15% según indicadores oficiales, pero que puede seguir escalando si no se detiene el cierre de empresas.
La caída en la actividad lógicamente redujo la recaudación fiscal, lo que contribuyó a ampliar el desequilibrio fiscal. Que el gobierno haya intentado en este contexto sostener la actividad abonando la mitad de los salarios de las empresas privadas y otorgando subsidios a numerosos sectores, condujo al Estado a un desequilibrio fiscal primario que saltó de menos del 1% del PIB en diciembre de 2019 a alrededor de 10% del PIB al cierre de 2020.
Sin margen para crear nuevos impuestos, y sin acceso a deuda, lo único que el gobierno pudo hacer para financiar esa expansión de gasto público fue monetizar el desequilibrio fiscal, lo que generó un desequilibrio monetario de dimensiones alarmantes.
Para evitar o al menos reducir el impacto inflacionario en el corto plazo, la autoridad monetaria decidió en 2020 esterilizar la liquidez inyectada, y para ello, volvió a armar la ya usual “bola de nieve” de Leliqs, que sólo puede sostenerse a fuerza de ir ofreciendo tasas de interés que superen el nivel de inflación esperada.
La inflación 2020, sin embargo, luce “controlada”. ¿Cómo se explica esto? Porque la política de cuarentena con su incertidumbre consecuente generó un nivel de atesoramiento récord que permitió retirar transitoriamente dinero de circulación, mientras la autoridad monetaria la expandía. A su vez, congelar tarifas e imponer un cepo cambiario muy restrictivo, sumado al efecto deflacionario que siempre provoca la recesión, se torna en un elevado nivel de inflación reprimida, que si bien en el corto plazo se puede sostener, implicarán un alza en la inflación futura, especialmente si llegara a desarmarse la “bola de nieve” de Leliqs.
ESCENARIO 2021
Resulta complejo definir el nivel de rebote en la actividad que podríamos visualizar en 2021, pero quizás resulta un escenario plausible imaginar que el rebote podría ser del 50% de la caída de 2020. Si Argentina cae 10% por ejemplo, la economía podría llegar a recuperarse un 5 %.
El rebote en la actividad mejorará la recaudación, lo que contribuye a reducir el desequilibrio fiscal primario del 10%. El presupuesto 2021 estima, de hecho, una mejora en la actividad económica del 5%, una mejora en la recaudación sustancial, lo que permite reducir el desequilibrio fiscal al 4,5%.
La reducción del desequilibrio fiscal del 10 al 4,5% es plausible, pues el gobierno estaría estimando una mejora en la recaudación de 2%, mientras interrumpe algunos de los subsidios de 2020, una vez que ya no deba abonar la mitad de los sueldos de las empresas.
El ritmo de emisión monetaria, sin embargo, podría reducirse, aunque sigue siendo preocupante la necesidad de monetizar 4,5% de déficit fiscal, sumado al exceso de oferta impulsado en 2020.
Si en algún momento la gente se resiste a renovar los plazos fijos esto dificultará a los bancos para renovar las Leliqs, lo que haría que estás últimas sean monetizadas, generando un shock monetario en el mercado con un fuerte impacto inflacionario.
Con elevada inflación, la pérdida de poder adquisitivo eleva el costo de vida, dejando a más cantidad de gente por debajo de la línea de la pobreza, pero a la vez iniciando una compleja puja salarial y de ingresos donde el sindicalismo juega un rol central.
Adrián Ravier. Profesor Titular Regular, Introducción a la Economía. Facultad de Cs. Económicas y Jurídicas, UNLPam