Este año en el entorno universitario se requirió recurrir a la virtualidad. Antes esta modalidad se reducía en la UNLPam a una serie de carreras de grado, posgrado y cursos y ahora alcanzó a cada equipo de cátedra, instalándose de manera provisoria la educación a la distancia.
Si bien el término Distancia en educación es polisémico, es el nombre que mejor denomina a las situaciones de enseñanza y de aprendizaje que se desarrollan en las diferentes unidades académicas desde que nos encontramos en situación de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).
En esta oportunidad analizaremos el encuentro entre el lenguaje de la presencialidad y el lenguaje de virtualidad. ¿Por qué lenguajes? En principio es preciso aclarar que nuestra visión de la realidad está enmarcada lingüísticamente. Las palabras, sus significados, el nombre que le otorgan a las cosas, nos hacen pensar a través de ellas. En función de cada lenguaje, hay una forma particular de entender al mundo, que nos permite realizar construcciones con las que vemos e interpretamos la realidad, además de estructurar y dar un orden a nuestro pensamiento.
En base a ésto, podríamos pensar en la presencialidad en educación como una modalidad con un lenguaje particular.
Si bien la presencialidad no siempre fue igual, su forma de ser en las diferentes instituciones se sostiene a lo largo del tiempo. Se pueden entonces considerar todos los elementos que la caracterizan y sus particularidades como un lenguaje con el que empezamos a interpretar la realidad de los procesos de enseñanza y de aprendizaje. La clase presencial nos estructuró y ordenó una visión sobre el acto educativo.
¿Qué ocurre entonces con la educación a distancia? Podríamos decir que, con la misma lógica, ésta también está compuesta por su lenguaje propio. Y que también estructuró una forma diferente de interpretar el desarrollo de la enseñanza y del aprendizaje, proponiendo un proceso de comunicación a partir de una construcción didáctica guiada por lecciones escritas y en menor medida orales y encuentros sincrónicos o producciones que posibilitan la mediación asincrónica.
En esta modalidad educativa el aprendizaje se organiza a partir de poner al estudiante como eje y focalizar los contenidos. Proponiendo una línea de tiempo finita de una narrativa transmedia expandida. En este marco la comunicación se realiza de manera interactiva entre quienes enseñan y aprenden a través de los espacios que se diseñan para tal fin. Lo cual permite el encuentro entre muchas personas sin límites geográficos ni temporales.
ENCUENTRO
Luego de estas aproximaciones, podemos retomar la idea de encuentro de lenguajes en el contexto actual de pandemia e iniciar un proceso reflexivo que nos permita comenzar a dilucidar sobre las características del lenguaje actual en la Universidad.
Tal vez podría resultar fructífero en un principio volver sobre los cimientos que construyen al proceso educativo y comenzar por las preguntas ¿Cómo lo caracterizamos? ¿Cómo nos vinculamos a nivel personal con la presencia de ambos lenguajes en simultáneo? ¿Qué formas percibimos y cómo intentamos abordarlas desde el lenguaje de la educación a distancia? ¿En qué aspectos visualizamos rupturas y en cuales continuidades? Si es que podemos divisar alguna de ellas.
La realidad conlleva a que estas dos formas de concebir y desarrollar prácticas de enseñanza se encuentren y comiencen a disputar el tiempo y espacio, incluso a poner entre paréntesis y revisión las concepciones construidas en torno a dichos lenguajes. No sin problematizar la propia práctica educativa y -¿por qué no?- la vida cotidiana de cada uno-a.
Tal vez necesitamos, para que nos ayude en los interrogantes anteriores, recuperar las bases más primitivas de la educación ¿Por qué no comenzar entonces a desandar interrogantes a partir de una pregunta más básica y antropológica? ¿Qué ocurre cuando dos personas que hablan dos idiomas se encuentran y se quieren comunicar? Pese a las ventajas del lenguaje corporal, lo esencial es la traducción. Del mismo modo, cuando nos acercamos a un texto en otro lenguaje, recurrimos a la traducción.
En el tiempo y espacio que se generó en el marco de la enseñanza en la UNLPam, los intentos se orientaron a traducir en el lenguaje de la educación a distancia, el lenguaje de la presencialidad. Esto implicó en un primer momento el rediseño obligado lingüístico presencial, al lenguaje de la educación a distancia. Pasando gradualmente de una conformación desde la emergencia, a una más reflexiva y discutida.
En este escenario es importante considerar también el hecho de que en cualquier lenguaje existen palabras que no pueden ser traducidas. Que solo tiene significado y sentido dentro del sistema simbólico donde presentan lógica. De manera similar, dentro de la presencialidad existen elementos, características, situaciones, escenarios, que extraídos de ese entorno, no tienen significancia en la distancia. No se pueden homologar de manera directa. En este sentido, puede observarse lo mismo entre la modalidad de educación a distancia y la presencial.
LENGUAJE DE LA VIRTUALIDAD
Es posible preguntarse ¿se estará generando un nuevo lenguaje? ¿qué sucede con los lenguajes de los que son portadores nuestro estudiantado en este marco de la virtualidad?
Frente a esta necesidad, cabe la pregunta sobre la posibilidad de construir un nuevo lenguaje, en el que se conciba la narrativa multimedia expandida, donde docentes y estudiantes puedan apropiarse de modo colaborativo de lo mejor de ambos mundos, con un cúmulo de contenidos propios y externos surgidos del diseño de propuestas formativas centradas en el aprendizaje. ¿Será este contexto el que propicie la posibilidad de reinventar la clase en la universidad?
En el contexto de aislamiento social y preventivo no podemos aseverar que todo lo realizado se enmarca en la educación a distancia, sino que se utilizaron las herramientas de virtualización para poder enseñar y llevar a cabo las prácticas docentes.
Lo anterior, nos convoca a pensar los modos y tipos de comunicación en este escenario de pandemia, al mismo tiempo que nos invitan a pensar-nos en la Universidad a la cual aspiramos, enfatizando en la misión social que la misma tiene en relación a la democratización de la enseñanza. Aspirando a una comunicación que sea comprendida por todos los actores sociales que forman parte de la misma y en la que todos-as puedan no sólo ingresar, sino también transitar y egresar.
Equipo del Sistema Institucional de Educación a Distancia (SIED) de la Facultad de Ciencias Humanas
Jorgelina Kloster – Coordinadora del Área de Educación a Distancia
Ariadna Farias – Coordinadora Pedagógica del Área de Educación a Distancia
Jesica García – Asesora Pedagógica del Área de Educación a Distancia
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