En 2003 la Universidad Nacional de La Pampa implementó la modalidad de proyectos de extensión universitaria (PEU) con el objetivo de desarrollar una función sustantiva de las universidades argentinas, que se suma a la investigación y la docencia. La formulación de propuestas posibilitó su acreditación, planificación y visibilizó la actividad en sus múltiples aristas.

En los últimos años, el incremento de las iniciativas dirigidas y coordinadas por mujeres se han acentuado y superan al 75 %. Ello tuvo una marcada incidencia en la conformación de los equipos y las problemáticas planteadas que abordaron temas como la educación sexual integral, la comprensión de diversidades culturales y otros temas que incluían sujetos participantes plurales como las personas en contextos de encierro, personas con discapacidad, personas adultas, menores, entre otras personas.

PRIMEROS PASOS

Las primeras convocatorias mantuvieron un compromiso con la comunidad que se expresó en iniciativas solidarias, productivas o socioambientales. Durante el período 2007-2013 más de treinta PEU –y Proyectos de Extensión Universitaria Estudiantil (PEUE) con coordinación estudiantil– respondieron con iniciativas vinculadas a las redes de innovación productiva, el asesoramiento gratuito en consultorios jurídicos, talleres barriales vinculados a la promoción de identidad y derechos, y el acompañamiento a grupos asociativos de cooperativas de trabajo, entre otros.

Aprobado en Acuerdo Plenario, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) señaló a la extensión como la función que “le confiere a la propia universidad la posibilidad de ‘mirar’ de manera crítica y permanente sus propias prácticas académicas y repensar sus políticas institucionales”. El espíritu de este acuerdo aportó una mirada distinta al concepto de extensión y los modos de desarrollarla en las universidades, puso en debate a la universidad como “poseedora del saber” y dio marco a la necesidad de impulsar la creación de reglamentos de Extensión en diferentes universidades.

En el caso de la UNLPam, la nueva normativa fue puesta a consideración de la comunidad universitaria. Allí se precisó la perspectiva teórica de la extensión como función sustantiva e integral con las demás funciones. El reglamento, aprobado por Resolución Nº 357/2014 del Consejo Superior, la define como la construcción colectiva y dialógica en el territorio, donde interactúan los conocimientos científicos con los saberes de la comunidad. Ello posibilitó la conformación de un sistema de presentación de propuestas que incluyeron programas, proyectos y acciones de extensión con distintos grados de participación, duración y alcance. Además, destacó el papel de las y los estudiantes con la posibilidad de desarrollar las prácticas comunitarias con formación en extensión y permitió que las/os trabajadoras/es universitarias/os (no docentes) dirijan o co-dirijan propuestas extensionistas.

GÉNERO Y EXTENSIÓN

Los datos de ingreso del primer semestre de 2019 confirman la curva ascendente que se ha dado en los últimos años en relación con las/os aspirantes a cursar una carrera universitaria: la cantidad de estudiantes mujeres corresponde al 66,28% del total de ingresantes que fue de 3.606 en la UNLPam.

Este proceso de feminización de la matrícula universitaria, es decir, mayor número de mujeres como personas inscriptas, también se refleja en la extensión como función. Los datos señalan que son las mujeres quienes tienen mayor presencia en la dirección y coordinación de propuestas de extensión de las últimas cuatro convocatorias (correspondientes a los años 2016, 2017, 2018 y 2019). En la del año 2016 el 70% de los programas, proyectos y acciones fueron dirigidos por mujeres (docentes, no docentes y estudiantes), en 2017 el 73%, en 2018 el 83% y en 2019 alcanza el 78%. En cuanto a la conformación de los equipos extensionistas, el número de participantes mujeres también es más elevado ya que en el último período alcanzó un 65%.

En cuanto a los temas de las propuestas de extensión, predominan aquellos relacionados al eje cultura e identidad, derechos ambientales, derechos y ciudadanía. Es decir, las actividades abordan prácticas inclusivas y formadoras en contextos de encierro, comprensivas en diversidades culturales, profundizan otras formas de aprendizaje a través del juego, el cine y “el hacer” sobre temas como la educación sexual integral, ecología, géneros, autogestión, autosustento y otros asuntos urgentes y transformadores de nuestra sociedad.

Este proceso de feminización de la extensión no es un hecho aislado, ya que se han impulsado nuevos debates y relaciones establecidas con las organizaciones que han instalado estos temas en el ámbito universitario. Profundizar la perspectiva feminista como práctica transversal en nuestras praxis, posibilitará saldar algunas asimetrías. Actualmente, la UNLPam está en proceso de transformación hacia su interior, lo que promueve relaciones más igualitarias entre las y los integrantes de la comunidad y se espera lograr un efecto multiplicador que alcance los distintos ámbitos de la sociedad. En este cambio, la función de extensión es una de las formas de abordaje que potencia la presencia en el territorio con un compromiso dialógico entre universidad y sociedad.

Secretaría de Cultura y Extensión, UNLPam