Mientras cumplía el aislamiento obligatorio y estricto por haber regresado de España en el marco de la pandemia por el COVID19, Victoria Ferreyra, doctora en Física, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, que trabaja en el grupo de Física de materiales granulares que dirige el doctor Luis Pugnaloni y que cuenta con la impresora 3D, nos cuenta que a través de una publicación en Instagram sobre grupos de makers (personas que usan impresoras 3D) supo que estaban fabricando máscaras protectoras faciales.

Las mismas constan de una visera a la cual se le sujeta una placa de acetato que cubre la boca, la nariz y los ojos, que son los lugares expuestos al contagio del virus.

Inicialmente se empezaron a fabricar porque había una escasez general de materiales para proteger a trabajadores y trabajadoras de la salud, por lo que las personas que contaban con impresora y materiales comenzaron a imprimir este elemento de seguridad.

Desde el grupo se pusieron en contacto con el Ministerio de Salud de la provincia para saber si había faltante de elementos de protección y ante la respuesta afirmativa coordinaron con las personas que podían imprimir desde sus casas o lugares de trabajo para establecer un modelo homogéneo y que fuera el más adecuado y el más eficiente con los recursos que tenían.

El acetato ya estaba en faltante en la provincia cuando empezaron a trabajar, por lo que recolectaron radiografías en desuso, sobre todo del sistema de salud para lavarlas y usarlas como la placa frontal de protección.

Para comenzar a imprimir se armó un grupo de trabajo donde participaron Pugnaloni, Ferreyra y Leandro Castro, profesor del Departamento de Matemática, desde su casa con su impresora junto con tres estudiantes de la Licenciatura en Física: Julián Gomez Paccapelo, Kevin Tomás y Gabriel Gazzano. En la Facultad contaron con la disposición de las autoridades, del vicedecano, doctor Jaime Bernardos, y de la secretaria de Investigación, Posgrado y Extensión, magister Laura Wisner, que continúan su trabajo diario y presencial en la institución, incluso con la posibilidad de ir sábados y feriados a continuar con la producción.

En Santa Rosa se imprimieron alrededor de setecientas máscaras entre los distintos grupos, como por ejemplo el Club de Ciencias, y personas particulares.

IMPRESIÓN

Cada visera tarda una hora aproximadamente en imprimirse y tiene un costo de 40/50 pesos, considerando el uso de material reciclado. La forma de producción no es eficiente ya que si se construye una matriz se puede fabricar la misma visera con plástico inyectado, que es el modo de producción habitual para materiales plásticos, pero el tiempo de diseño y de construcción de la matriz no se adecúa a los tiempos de urgencia que se presentaron en el sistema nacional de salud, que contó con el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio como herramienta fundamental para postergar el pico y darle tiempo al sistema de salud a prepararse para el momento más crítico de la pandemia en nuestro país.

El uso de las máscaras es para los trabajadores y las trabajadoras que son esenciales, quienes no pudieron quedarse en sus casas porque cumplían un rol fundamental para el funcionamiento de algunas actividades prioritarias.

“La Universidad Nacional de La Pampa es una entidad de derecho público, autónoma y autárquica, que tiene como fines interpretar las necesidades de la sociedad (…) y prestar particular atención a los problemas regionales y nacionales”, determina el Estatuto de la UNLPam.

La Universidad, como institución pública, ya que recibe el aporte de toda la comunidad, debe aportar la tecnología que tiene disponible o que puede desarrollar para responder a las necesidades de la sociedad de la que forma parte, aún más en un momento histórico excepcional donde los recursos mundiales deben estar direccionados a cubrir las necesidades que surgen durante la lucha contra la pandemia del COVID19.

LA IMPRESORA

La forma de construir con plástico es a partir de un material grande, una paleta de plástico, que se desgasta con un torno, por ejemplo, hasta darle la forma deseada, con máquinas y control numérico, pero que desperdicia parte del material de construcción.

La impresora 3D construye piezas desde el inicio. Imprime una capa encima de la otra, por lo que implica un cambio de paradigma en el uso del plástico, con un nivel de precisión totalmente efectivo. Tiene un cabezal que se mueve en la dirección X, Y y Z, controlado por un programa y que deposita una capa del filamento derretido sobre otra. 

Se puede controlar el tamaño y utilizar numerosos materiales. En este caso se trabajó con PLA (hecho a base de almidón de maíz o caña de azúcar), un plástico biodegradable, pero se usan otros como el ABS, Nylon, PET, etc. En la web se encuentran disponibles archivos para descargar públicamente con los distintos modelos de objetos que se usan para proteger del contagio.

Secretaría de Investigación, Posgrado y Extensión. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales