Ruda es la Red de Cátedras en Universidades Públicas Nacionales sobre Educación Sexual y Derecho al Aborto de la cual formamos parte. A continuación compartimos una síntesis de nuestra participación en los encuentros virtuales realizados recientemente. El 24 de junio integramos un panel con Graciela Morgade (UBA) y Solange Astudillo (UnCuyo).

El título “ESI para decidir. Responsabilidades y prácticas de las Universidades Públicas argentinas” nos convocaba -a partir del lema de la Campaña por el Aborto Legal Seguro y Gratuito- a analizar cuál es el lugar de responsabilidad que nos compete a las Universidades Públicas Nacionales en relación con la educación sexual.

Desde la Cátedra Extracurricular de Educación Sexual Integral y Derechos Sexuales y Reproductivos (ESI y DDSSyRR) de la Facultad de Ciencias Humanas comprendemos a la sexualidad como una dimensión que inevitablemente atraviesa nuestras vidas y la constitución de nuestras subjetividades, y consideramos que estas construcciones –al igual que los derechos conquistados- tienen una historicidad. Sin embargo, en las universidades circulan aún ciertos presupuestos muy arraigados, que desvinculan los saberes disciplinares y pedagógicos –con que nos formamos y formamos a otras y otres- de los aspectos que conforman la subjetividad de las personas, y de las problemáticas sociales en que sus vidas discurren. La sexualidad, como parte de los aspectos más cotidianos de la vida humana, es un aspecto que permanece escindido para quienes habitamos las universidades. Pero además tampoco parecieran tener sexualidad ni género los saberes que enseñamos; esa ciencia con pretensiones de objetividad y neutralidad. Nosotras consideramos que esto no es casual sino fuertemente político, porque esa formación disociada va a replicarse luego socialmente.

En nuestro caso particular, que formamos docentes, lo antes dicho se replica en otros niveles del sistema educativo con prácticas que –a 14 años de sancionada la ley 26.150- siguen siendo heteronormativas, biologistas, sin perspectiva de género, sin posibilidades de superar binarismos dicotómicos. Prácticas fragmentadas donde esporádicamente suele detenerse la clase de Matemática, de Historia, de Lengua para dar un taller de ESI que, claro está, no es ni integral ni transversal. Pero –en esta formación universitaria con ciencia sin sexualidades y sin perspectiva de género- esto que ocurre con los profesorados también pasa en las otras profesiones universitarias. Creemos entonces que es responsabilidad de las Universidades desmitificar esta creencia -que como creencia es por supuesto hegemónica- que desvincula a las sexualidades, de las personas y del conocimiento, porque es eso lo que nos “garantiza” profesionales que reproducen la desigualdad de género en la abogacía, la medicina, la docencia, la sociología y demás profesiones.

Es imperiosa la formación disciplinar con perspectiva de género, la formación transversalizada por la ESI. Si vamos a asumir entonces la responsabilidad que como Universidad nos compete, debemos empezar por convencernos que toda educación y toda ciencia es sexual y es política. O hacemos consciente y planificada la transversalidad de la sexualidad en la formación de profesionales universitarias/os o seguiremos reproduciendo este sistema normalizador de desigualdades y deseos.

Consideramos que el aporte más importante que puede realizar la Universidad, en tanto institución formadora, es avanzar en la comprensión de la sexualidad como transversalizante de lo epistemológico y de lo vincular e identitario para pensar desde allí la formación y la investigación.

En ese sentido, consideramos que el conocimiento construido en nuestras Universidades Nacionales debería partir siempre de la conflictividad social, de las luchas vigentes, de las voces de la disidencia, de los movimientos sociales, de las voces oprimidas, vulneradas, pero también de las voces de la militancia, del activismo, de la resistencia. Si así fuera, aborto es un contenido que no debería estar ausente en nuestras aulas universitarias porque nos lo está gritando la calle, porque lo demandan nuestras muertas por aborto clandestino, porque es parte indiscutible de una lucha inter-generacional, y porque como investigadoras/es y docentes, si no lo tomamos será porque hemos tomado la decisión política de mirar hacia otro lado. 

Para ponerlo en términos académicos, aborto es hoy un contenido relevante de enseñanza para las Universidades y debería ocupar espacio en los programas, en las currícula, en las planificaciones y en los tiempos de nuestras clases en todas las carreras.

Hasta aquí hemos avanzado en leyes, en derechos, en creación de Cátedras extracurriculares. Ahora es momento de profundizar y para ello el feminismo, desde sus saberes construidos y desde su práctica militante ofrece aportes concretos para construir nuevas epistemologías. Epistemologías feministas para pensarnos, no como categorías fijas y pre-establecidas, sino con identidades fluidas, dinámicas, contradictorias y en construcción permanente. El feminismo habilita además el deseo, las formas diversas de habitar los cuerpos, de vivir los vínculos, de pensar la ciencia, la profesión, las prácticas universitarias. Luchas como la del Aborto Legal nos habilitan –retomando el título del panel- a repensar nuestras responsabilidades, a reescribir nuestras Universidades y a avanzar en la deuda aún pendiente de curricularización de la ESI en todos los espacios de la formación.

Silvia Siderac. Cátedra Extracurricular de ESI y DDSSyRR, Facultad de Ciencias Humanas