La conceptualización de lo cercano o lo lejano en Historia constituye uno de los desafíos de todo historiador o historiadora y sin dudas para todo docente.
En el caso de la Historia del Cercano Oriente antiguo, en una primera lectura pareciera que miles de años y kilómetros nos separan. No obstante, la complejidad de los horizontes del mundo en que vivimos nos invita a un drástico replanteo. Para intentar lograrlo, y siguiendo el pensamiento del eminente asiriólogo italiano Mario Liverani, se requiere una especie de "inventario" de los elementos histórico culturales, presentes en las antiguas civilizaciones del Cercano Oriente, que es necesario salvar porque tienen un interés sustancial en la comprensión de nuestra propia historia o la de un mundo más amplio en el que ahora cada vez estamos destinados a vivir.
Con esta premisa nos acercamos a las problemáticas de la Historia del Cercano Oriente y la memoria desde las cátedras Historia Antigua I y Problemas del Conocimiento Histórico, por medio de un viaje de estudios que desde hace tres años realizamos desde el Departamento Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y que forma parte del proyecto “Usos del pasado, memoria e identidad en la comunidad judía de Rivera”.
Hacer un viaje para ver una realidad diferente y organizar la reflexión profunda sobre lo que se está viendo es mucho mejor que exponer una realidad, porque uno escucha las palabras, pero no se imagina cómo son las cosas. El acercamiento a una comunidad judía y el reconocimiento de sus discursos, prácticas e instituciones resulta pertinente para la reflexión sobre la diversidad cultural, materia de debates constantes al interior de la sociedad argentina.
La población judía ha desarrollado mecanismos de preservación y difusión de su identidad, articulando diversos elementos religiosos-bíblicos, étnicos, locales y nacionales. En este sentido, la visita a la localidad de Rivera, fundada en relación a la colonización judía, resulta una oportunidad enriquecedora para las y los estudiantes de Historia a los fines de aplicar, de manera articulada, los saberes y habilidades adquiridos en el marco de las cátedras intervinientes.
LA COMUNIDAD JUDÍA DE RIVERA
La localidad bonaerense de Rivera, ubicada a kilómetros del límite con la provincia de La Pampa, fue fundada en estricta relación a la colonización judía y al trazado del ferrocarril. La migración de colonos judíos a la región aparece asociado a las iniciativas de la Jewish Colonization Association (JCA). Esta empresa creada en 1891 bajo la tutela del barón Mauricio de Hirsch, tuvo como directriz facilitar la emigración de judíos de los países de Europa central y oriental a regiones donde pudieran encontrar respeto hacia sus derechos.
La actual ciudad de Rivera presenta desde un trazado marcado por la ausencia de la religión católica como dominante y una comunidad judía, nucleada en la Asociación Israelita, que preserva el patrimonio material e inmaterial de sus ancestros. Conocerlos es un doble aprendizaje; memorias y materialidad se entrecruzan permanentemente desde la visita a la imponente sinagoga, el edificio de mayor magnitud e importancia. Esto denota la relevancia de la religión judía en el pueblo.
En la vida religiosa, los rituales y los símbolos de la fe permiten reivindicar la continuidad de un vínculo espiritual y sentirse parte de una cadena de memoria originada en el texto de la Tora. Como parte de este recorrido religioso a la sinagoga, se suma el cementerio que, con unas mil setecientas tumbas y bajo las normas que la religión impone, nos expresa la necesidad del grupo de mantener las tradiciones.
Por más de un siglo, el movimiento asociativo local generó y mantiene viva las tradiciones. Así, nos encontramos con un Centro Cultural que impacta por su arquitectura y dimensiones y una escuela que mantiene viva la lengua y la escritura hebrea, junto a la posibilidad de disfrutar las tradiciones culinarias.
Si bien existe la tentación a hablar de logros y resultados, considero que, con tres años de experiencia y constantes replanteos, se pueden enunciar los ecos de la experiencia en boca de los principales actores: las y los estudiantes de Historia, quienes logran enriquecer sus bagajes teóricos en una relación directa con una comunidad abierta, que les permite repensar sus propias y futuras practicas profesionales.
Silvia Crochetti. Profesora Historia Antigua I. Facultad de Ciencias Humanas