E l 22 de noviembre de este año celebramos los 70 años de la implementación de la gratuidad de los estudios universitarios en nuestro país. Nos hemos referido a este tema en varias oportunidades, en actos y encuentros nacionales, porque es un hito importante en la historia de los estudios superiores ya que permitió el acceso al conocimiento y a la formación profesional de cientos de miles de jóvenes hijos e hijas de trabajadores.
Un gran avance para el país y la educación superior que no puede pasar desapercibido. Este derecho, este bien social y público, actualmente asumido y defendido por gran parte de nuestra sociedad, vino a profundizar la Reforma Universitaria de 1918 de la que el año pasado se cumplieron los 100 años. Aunque esa reforma cambió la matriz universitaria argentina y latinoamericana, había algo que faltaba porque la mayoría de la población aún quedaba excluida de la educación superior.
La gratuidad permitió la expansión de los estudios superiores en la población y el ascenso social de muchos y muchas jóvenes que ingresaron a las universidades. Muchos de los y las que estudiamos en la Universidad pública fuimos primera generación de egresados y egresadas gracias a esta histórica decisión. En cada acto de colación de la UNLPam nos encontramos que quienes reciben su diploma son también orgullosa primera generación de quienes emprendieron estudios universitarios. Si queremos saber cómo habría sido nuestro país sin gratuidad universitaria, solo tenemos que mirar lo que está ocurriendo al otro lado de la cordillera andina.
Uno de los factores -no el único- de las protestas en Chile es la exclusión generada por la educación privada, tanto en colegios secundarios como en la Universidad. La falta de un sistema universitario gratuito y de calidad no ha permitido la movilidad social y éste es un factor de las deudas sociales chilenas que provocaron la “furia” de los y las jóvenes de ese país. Igualmente, debemos observar que en sí misma la gratuidad, como también el ingreso irrestricto, ya no es suficiente para resolver los problemas de acceso y de egreso universitario frente a los desafíos de las sociedades actuales y el salto tecnológico y comunicacional.
Tenemos como Universidad nacional la responsabilidad y la misión de sumar herramientas para garantizar la permanencia y el egreso de las y los estudiantes que eligen a la UNLPam para hacer su carrera. Abordar con herramientas académicas las problemáticas del ingreso y la permanencia estudiantil para formar y acompañar a las y los ingresantes durante su primer año; la expansión territorial para ofrecer la oportunidad de estudiar a muchos jóvenes que hoy ven frustrada esa posibilidad por las distancias o la falta de recursos; garantizar becas y el comedor universitario; el desarrollo del sistema de educación a distancia; y el cambio en el perfil de las carreras que se dictan o la generación de nuevas, son herramientas concretas para el objetivo de garantizar el egreso de nuestras y nuestros estudiantes.
La UNLPam tiene que ser promotora y colaboradora en el desarrollo de nuestra provincia. Nuestro concepto de la educación es que no es una mercancía, no es un bien que se comercializa, no es un gasto. La educación superior es un derecho y una inversión para el desarrollo de nuestra región que debemos garantizar.