Con el propósito de conmemorar este 19 de agosto los 100 años del nacimiento de Juan Ricardo Nervi, quiero agradecer la posibilidad de poder compartir estas breves palabras.
Mi nombre es Maximiliano Morales. Fui estudiante de la UNLPam en las carreras de Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación. Actualmente soy docente de nivel medio y de la mencionada casa de estudios.
Deseo compartir aquella experiencia que tuvimos en 2012 en el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Humanas, sede General Pico. Nuestra agrupación había ganado las elecciones aquel 25 de abril. Su nombre era M.E.D.U, el cual significaba Movimiento Estudiantil Democrático Universitario. Tuve el placer y la posibilidad de ser Secretario General, Consejero Directivo y Consejero Departamental en representación de los estudiantes.
Teníamos una tenaz convicción respecto a la importancia y necesidad de una puesta en marcha (que fuera real) de la democratización del derecho social a la educación universitaria y del acceso al conocimiento de nuestros pares, el estudiantado. Ello en función de que nos considerábamos un “Nosotros” como clase social que nos ubicaba en similares condiciones materiales, simbólicas y objetivas al decir del gran pedagogo Michel Apple; no en un grupo escindido de estudiantes conforme a trayectorias estudiantiles diferenciadas. Para nosotros éramos Uno y ello implicaba una lucha conjunta sobre la justicia social y educativa, sobre todo para aquellos sectores históricamente excluidos y expulsados del sistema educativo.
Fue en ese contexto que, para agosto, decidimos celebrar y conmemorar el natalicio de Ricardo Nervi, dado que tuvo una lucha incansable sobre el derecho a la educación como así también una grandísima producción cultural. Realizamos un acto donde la profesora Verónica Moreno, actual vice rectora de la UNLPam, compartió con la comunidad un discurso referido a sus experiencias con Nervi y al legado que nos dejó. Asimismo cantó mi padre, Ricardo Morales, ex cantante del grupo Alpatacal, interpretando la poesía del gran pedagogo como parte de nuestro cancionero cultural pampeano. También inauguramos la Biblioteca en el Centro de Estudiantes -cuyo nombre fue “Ricardo Nervi”-, en la cual docentes y diversas personas de la comunidad educativa donaron libros de texto sobre su obra y otros materiales de utilidad para nuestros estudiantes.
Pensábamos en ella como en un espacio cultural y de encuentro en el buffet donde los estudiantes compartían momentos de ocio pero, a la vez, de estudio e intercambio. Adheríamos en aquel entonces a una de las ideas compartidas por su hijo Ariel, al decir y concebir a su padre como un SEMBRADOR, en mayúsculas, al reivindicar su locura por el humanismo y su inclaudicable pasión por el conocimiento. De valorizar la cultura regional pampeana al observar, conocer e interpretar aquello que comúnmente no suele mirarse pero que existe. En otras palabras, según Eduardo Galeano:
Ser capaz de mirar lo que no se mira, pero que merece ser mirado. Las pequeñas, las minúsculas cosas de la gente anónima, que los intelectuales suelen despreciar. Ese micromundo donde yo creo que es donde realmente se alienta la grandeza del universo. Y, al mismo tiempo, ser capaz de contemplar el universo desde el ojo de la cerradura. Desde las cosas chiquitas asomarme a las cosas que son más grandes, a los grandes misterios de la vida. Al misterio del dolor humano, pero también al misterio de la humana persistencia en esta manía a veces inexplicable de pelear por un mundo que sea la casa de todos, y no, la casa de poquitos y el infierno de la mayoría…
Con motivo de cerrar este breve homenaje les comparto una de las ideas de nuestra agrupación plasmadas en aquel entonces, la que nos vehiculizó a crear la Biblioteca en la memoria y conmemoración de Ricardo Nervi:
Porque sabemos y entendemos que el trabajo no solo se construye con plasmar buenas ideas en un papel, los invitamos a participar a todos/as para que el ejercicio de la democracia que es el lema que nos distingue y la construcción de “inéditos viables” no sea una ficción, sino una materialización de nuestros deseos. (MEDU, 2012)
A su vez, recupero una frase de su bellísimo poema “Aquí me quedo” de su obra Aldea Gringa:
Y no me voy. Aunque me vaya siempre
para siempre me quedo
en la remota orilla del recuerdo… (Nervi, 1983, p.116)
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